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viernes, 3 de octubre de 2014

LA AVENTURA DE LOS ALMOGAVARES

 CURIOSIDADES:



¡Malditos sean los que nos llaman pordioseros o gentuza o hombres desarrapados! ¿A quién acuden para que les saquemos las castañas del fuego? ¡Sí a nosotros los almogávares!

En estos tiempos, somos plebeyos y no es ninguna ganga el serlo. Podemos padecer hambruna, tiranía de los señores y padecer pestes, por tanto, nosotros gente de la montaña hemos escogido ser guerreros a sueldo, y con ello, aunque la muerte nos quiera besar, podemos tener días y semanas de desenfrenado y puro disfrute.

Os preguntáis de dónde venimos, pues de las montañas de los pirineos, al servicio de la corona de Aragón. Y nuestro nombre, no lo sé de cierto, pero se comenta de viejo que viene de una palabra árabe que significa el que hace correrías. Y , por Dios, que nombre más acertado.

Mirad, somos muy nuestros, no te metas con nosotros que vamos a una contra vosotros. Somos montañeses, qué quieres. No ves como visto; zamarra de piel, calzas de cuero, una redecilla de hierro, o a veces un gorro de cuero y como calzado, las abarcas. Y cuando vamos a guerrear, no os penséis que somos corderitos. Te gusta lo que ves, te resulto fiero, pues ya verás cuando esté dispuesto para la lucha y golpee las armas contra las piedras, envuelto en polvo y chispas y gritando como un loco “Desperta ferro”. Y no yo sólo, sino con mis hermanos, con un gesto en la cara de rabia contenida y desplegar movimiento de ataque. Os lanzaré una lanza corta, la que llamamos la azcona, o sucumbiréis al impacto de pequeños dardos, y si os ponéis a mano, sufriréis el colirtell, ese fuerte cuchillo de buen filo.




VESTIMENTA ALMOGAVAR


Cuando luchamos, nos gusta ir cuerpo a cuerpo y deslizarnos debajo de los caballos enemigos para destriparlos, su montura cae al suelo con gran estrepito e incapaz de articular movimientos rápidos postrado en el suelo por su pesada armadura es presa fácil de nuestras armas.

Nuestra estrategia es causar pánico en las huestes enemigas con nuestro vocerío y mala leche y nuestras tácticas de ataque, una vez desatado el mismo nuestra acción es pura carnicería en la que no se levanta una mano para herir que no diera en carne.

No nos gusta mandar, sino recibir órdenes de fabulosos caballeros con bastante tino en la dirección de la batalla. Estos caballeros son de buen linaje y mejores jinetes, pero eso sí han de poseer nuestra mala leche y ansías de botín y aventuras, y ser el mejor postor, por supuesto. Queremos dineros por adelantado. No os vayáis a pensar que renunciamos a la democracia castrense, en ellas se eligen los almocadenes, una especie de sargentos, “la flor del mundo” y los capitanes, que están en contacto con los caballeros. Y, aunque, la batalla esté en el mismo infierno, llevamos siempre con nosotros a nuestras mujeres y nuestros hijos, ¡ojo, con ellas y ellos, que por sí solos se sirven de vosotros como desayuno!.

Cuando el rey Pere de Aragón, y nosotros con él, acabó la reconquista. El nos mando a Sicilia, que estaba siendo atacada por el francés, Carlos de Anjou, y más concretamente sitiaba en ese marzo de 1282, la ciudad de Messina. Recuerdo, que esa noche nos colamos como 2000 de los nuestros dentro de las murallas de la ciudad y que los lugareños se quedaron con semblante de haber visto al mismo demonio delante suyo. Pero a la mañana siguiente, no imaginaron el terrible y hermoso cuadro que se les dibujó delante de su faz. Nos vieron salir con gran estruendo y potencia por la puerta y asestar tan duros golpes a los sitiadores que a estos no les quedó más remedio que huir y dejar pertrechos por doquier para salvar sus miserables vidas. Y nos embarcamos para seguirlos hasta  el continente y rematar la destrucción de su campamento en la Catona en un baño de sangre, vísceras colgando de los caídos, miembros cercenados, cabezas rodando, y se formaron ríos y lagos de rojo líquido. 

Pero nos llegó la noticia de la muerte de Pere el gran, y con ella quedarnos sin nuestra actividad favorita y dineros, su hijo, Jaume segundo, renuncia a nuestro pesar a Sicilia y nos ordenan abandonarla. ¡Nunca! Nos enteramos que tenemos nuevo rey, Fadrique, el tercer hijo del Pere. Otra vez a la greña, más correrías contra franceses, y siempre de triunfo en triunfo. Pero se ve que nos excedimos y dejamos de obedecer al rey y además, nos enteramos que no tiene fondos para pagar. Y nosotros juzgamos por cosa imposible vivir con moderación. Encontramos un noble caballero, Roger de Flor, que nos contó haber cerrado unas buenas negociaciones con el emperador de Bizancio, Andrónico segundo Paleólogo, que necesitaba ayuda para contener los turcos. Así, que de Messina zarpamos en ocho naves hacia Constantinopla, con 4000 de nosotros, 1500 hombres a caballo, 1000 marineros y nuestras familias. 

Y desfilamos ante los sorprendidos e irritados aristócratas bizantinos, que desde sus gradas engalanadas nos contemplaban, rodeados de lujo y suntuosidad. Constantinopla, se veía esplendorosa, vibrante, con vida en torno a su majestuosa basílica de Santa Sofía que recibía con júbilo a la Compañía catalana, contratada para frenar el avance turco que se cernía sobre la ciudad.
El emperador fiel a lo pactado con Roger de Flor, les adelantó cuatro pagas y con la pompa y beato propios de la capital imperial, se celebró el nombramiento de Roger de Flor como megaduque y su boda con la princesa María, de 16 años, hija del  khan de los búlgaros y de Irene, la hermana de Andrónico. 




ROGER DE FLOR A SU ENTRADA EN CONSTANTINOPLA


Nos dimos cuenta que esa fabulosa ciudad habían gentes de fuera, nos enteramos de que había genoveses, mercaderes y soldados, que traficaban en ella. Les gusta ir bien ataviados, pero vimos como dos de ellos comenzaron a mofarse de nosotros por las pintas de un compañero nuestro que estaba solo en mitad de una calle. Eso corrió de boca en boca, y nosotros ya fuera de sí, tremendamente ofendidos no perdimos tiempo en matar a genoveses, dicen por ahí que acabado el acto se hizo un recuento y que fueron unos 3000, y menos mal que nuestro jefe nos paró justo a tiempo, sino su número hubiera aumentado hasta tal punto que su sangre podría haber pintado las paredes de la basílica. 

Se ve que el emperador vio todo lo que pasó desde las ventanas de su palacio de Blanquernas, que instó a que Roger nos despachara cuánto antes. De esta guisa abandonamos Constantinopla, y unos meses después, en noviembre de 1302 cruzamos el mar de Mármara para descargar cual mandoble vigoroso sobre un campamento turco que tiempo atrás el príncipe heredero Miguel no se atrevió a atacar a pesar de contar con un numeroso ejército. Y en un plis plas del campamento turco solo quedó el nombre. Esta hazaña llegó a oídos de la capital que la recibió con contenido júbilo y no causó alegría precisamente en Miguel.

Pasamos el invierno en Cizico, y nuestro jefe Roger, recibió continuas quejas por parte de sus habitantes debido a nuestro comportamiento. Que quieren les pedíamos de comer, y si se ponían chulos se lo quitábamos, y los que no teníamos mujer, de tanto, tomábamos alguna del pueblo y cosas por el estilo. Tampoco hay para tanto. Roger de Flor pasó bastante de este tipo de quejas, pero por lo que se ve uno de nuestros caballeros más destacados, Ferran Jiménez de Arenós, no le pareció bien nuestros manejos y decidió junto a otros 80 más que montaban a caballo abandonar la compañía y pasarse al servicio del duque de Atenas. Supimos más tarde, que Georgios, jefe de los alanos, que el duque de Atenas tenía contratados también , tuvieron un incidente con estos caballeros, la conclusión que unos 300 alanos fueron degollados bajo sus manos por lo que Georgios decidió separar ambos grupos, si bien unos 1000 alanos acabaron quedándose en compañía de los demás.



RECORRIDO DE LA VENGANZA CATALANA


Bueno, ya en mayo de 1303, comenzó para nosotros una nueva campaña que trataba de liberar la ciudad de Filadelfia que estaba sitiada por el emir turco de Karamania, Ali Schir. Este ejército formado por unos 8000 caballos y 12.000 infantes, se vio sorprendido ante nuestra tremenda furia, portando los estandartes de Aragón y don Fabrique acabando con casi todos ellos. En nuestro lado solo hubo 180 bajas. Más tarde, hacemos matanza en Tiria, y nos ponemos a descansar que viene el invierno. En esas estamos que recibimos refuerzos de unos 1.200 hombres más que fueron traídos por Bernat de Rocafort reunidos en Efeso con lo que podemos proseguir nuestra marcha el año siguiente por la Anatolia. Llegando a lo que se conoce como el desfiladero de Puertas de Hierro nos esperaba el mayor ejército contra el cual hemos tenido la ocasión de masacrar; éramos 8000 contra 20.000 infantes y 10.000 caballos. Esto nos hace estar muy animados, además siendo el día de la virgen María en Agosto y antes de combatir en tal precioso día,  todos nos ponemos muy serios para orar. 

Al día siguiente lo que se contemplaba en el campo de batalla era una escena apocalíptica y gozosa para nuestros ojos; 18.000 turcos abiertos en canal. Estamos exultantes y presa de los delirios de grandeza que provoca el alcohol y recolectando un inmenso botín pensamos que nada nos puede parar. El Éufrates y el Tigris no andan tan lejos, y podría ser que nosotros nos podríamos hacer con el control de la zona. Sin embargo, Roger de Flor no le ve tan claro y nos mandó volver a la costa europea y retirarnos a Gallipoli en el otoño de 1304, donde se nos une Berenguer de Entenza, recién llegado de Sicilia siendo gran amigo del megaduque, tanto que Roger le nombra megaduque siendo para él el de Cesar, segundo cargo más importante después de emperador. 



CUADRO DEL PINTOR MARIANO FORTUNY


Los bizantinos a la vez estaban contentos de que los turcos estuviesen bien lejos y no los hostigaran, pero a la vez desconfiaban de nosotros, somos tan “bestias” para ellos. De esto bien sabía el príncipe heredero Miguel que urdió una trampa a Roger de Flor y algunos de nuestros hombres cuando fueron a visitarle a Adrinópolis, y  con Georgios y los alanos  se encargarían de matar al nuevo césar y hasta unos 1.300 hombres que lo acompañaban tras la celebración de un banquete.

Cuando esto llegó a oídos nuestros en Gallipoli, donde 3.500 de los nuestros quedaban. Seguros de nosotros mismos decidimos declarar la guerra a todo el imperio, incluidos los genoveses y venecianos que en él moran. Y así lo hacen saber a la corte formalmente, a través de unos embajadores que, cuando regresaban junto a comerciantes catalanes que se habían visto obligados a abandonar Constantinopla, fueron linchados y descuartizados por los habitantes de Rodosto. 




LA TRAICIONERA MUERTE DE ROGER DE FLOR TRAS EL BANQUETE


Miguel y unos 30.000 hombres nos van a sitiar en Gallipoli, pero en esas que no hemos perdido el tiempo y aprovechamos para tomar la ciudad de Heraclea, donde matamos a todo el mundo, sea hombre, mujer o niño. Pero en Rodosto, nuestra venganza fue todavía feroz, puesto que los animales también sufrieron nuestra perdición e hicimos buena cuenta a los alanos en su retirada. En Rodosto, un caballero prestigioso, un tal Muntaner, se hace cargo de la fortificación mientras que nuestros compañeros se entretienen con los alanos, y en alguna ocasión se ve forzado a defenderla junto a mujeres, que como ya dije son lo más en la batalla cuando se las molesta. 

Pero he aquí que Berenguer de Entenza es apresado por los genoveses, siendo sustituido por Rocafort, que en junio de 1305, decide salir y plantar cara a los 30.000 sitiadores. Decidimos salir no por lo furia del orgullo, sino porque comprendíamos que nuestra situación era desesperada en extremo, y afrontamos la lucha empuñando la muerte como arma última. Y aunque sea difícil de creer aniquilamos a 10.000 bizantinos por solo 3 de los nuestros.




VIDRIERA QUE REPRESENTA LA VENGANZA CATALANA


A partir de entonces, teníamos barra libre para campar a nuestras anchas, e incluso aceptamos que se unieran a nosotros los turcos en armonía. Nos dedicamos a saquear sin descanso. Éramos ricos y sobrados. Tanto que esquilmamos toda la Tracia y nos dirigimos hacia Macedonia.  Nos dividimos en dos grupos, uno comandado por Rocafort y el otro por Entenza y Serós, y no tardarían en batallar entre sí, porque aunque estuvieran enfrentándose ante todo un imperio nos les faltaba agallas para enfadarse entre ellos. Y todo porque rocafort y Entenza tenían una rivalidad feroz. Este último cae muerto en la batalla que se produce entre ellos.

En esas, sufrimos la primera derrota sería en Salónica, cosa que no impide que Rocafort, prosiguiera con su deseo de convertirse en el Rey de Grecia. En esas, que un delegado del rey francés Carlos de Valois, Teobaldo de Capoy, se cruce en nuestros caminos y seamos derrotados siendo Rocafort y su hermano Gisbert condenados a morir de hambre en Nápoles.

Más tarde, el contrato con Gautier de Brienne. Duque de Atenas, se acaba, pues no pagaba el cabrito, decidimos acabar con él y su corte. Somos dueño de una tierra y tenemos dos opciones, proseguir con nuestro belicoso nomadismo o bien quedarnos. Estamos fatigados por lo que decidimos hacer esto segundo y nos apropiamos otro ducado, el de Neopatria, y nuestros principales se casan con las viudas de los caballeros franceses asesinados, y como no sabemos mandar cedemos el mando a uno de nuestros prisioneros, Roger Deslaur. Nos dedicamos a cultivar. Pasa el tiempo, y en 1379 acierta a pasar por allí una compañía de navarros al mando de Juan de Uturbia que nos arrebatan los territorios de Neopatria. Pasados seis años, las tropas contratadas por el comerciante florentino Niero Acciajuoli atacan Atenas. Los nietos de los grandes almogávares se refugian en Atenas al mando de Pere de Pau, donde resisten hasta que mueren. Y con ello esta aventura.


 FUENTE_EL CABALLERO RAMON MUNTANER


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