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martes, 30 de septiembre de 2014

UN PERFIL DE CARLOMAGNO


 CURIOSIDADES:


De ancha y robusta complexión, era de estatura elevada, sin nada que fuese, por otra parte, excesivo, pues medía siete pies de alto. La cabeza, redondeada por su parte superior, grandes ojos vivos, la nariz más larga que el término medio de los demás, hermosos cabellos blancos, fisonomía alegre y abierta. Daba también, exteriormente, sentado o de pie, una fuerte impresión de autoridad y dignidad, con lo que apenas se notaba que su cuello era grueso y su vientre un poco demasiado abultado, tan armoniosas era las proporciones de su cuerpo. Sus gustos eran seguros y en su conjunto, viriles. La voz era clara, sin concordar, no obstante, enteramente, con su aspecto físico. Dotado de una buena salud, solo estuvo enfermo los últimos cuatro años de su vida, en la que fue sorprendido de frecuentes accesos de fiebre y acabó incluso por cojear. Pero seguía todavía en sus trece, en vez de escuchar el consejo de su médicos, a los que había aborrecido porque le aconsejaban renunciase a las carnes asadas, que le gustaban, sustituyéndolas por carnes hervidas.
Practicaba asiduamente la equitación y la caza. Era un gusto que conservaba de nacimiento, pues no hay quizá pueblo alguno en el mundo que, en estos deportes, pueda igualar a los francos. Le gustaban también las aguas termales y se entregaba a menudo al placer de la natación, en que sobresalía hasta el punto de no ser aventajado por nadie. Esto fue lo que le llevó a construir el palacio de Aquisgrán y residir allí constantemente en los últimos años de su vida. Cuando se bañaba le rodeaba numerosa corte; además de sus hijos, sus grandes, sus amigos e incluso de vez en cuando una multitud de guardias de corps eran invitados a participar en su recreo y a veces había en el agua con él hasta cien personas e incluso más.



CARLOMAGNO RECIBE EL ESTANDARTE DE MANOS DE SAN PEDRO, QUE TAMBIÉN ENTREGA EL PALIO AL PAPA LEÓN III


Llevaba el traje nacional de los francos; sobre el cuerpo una camisa y un calzón de tela de lino, por encima una túnica orlada de seda y otro calzón, bandeletas envolviéndole las piernas y los pies; un chaleco de piel de nutria yo de rata protegía, en invierno, sus hombros y pecho; por encima, un sayo azul, y llevaba siempre al costado una espada cuyo puño y tahalí eran de oro o plata. A veces se ceñía una espada adornada de pedrería, pero solo los días de las grandes fiestas o cuando había de recibir a los embajadores extranjeros. Pero desdeñaba las costumbres de otras naciones, incluso las más bellas, y cualesquiera que fuesen las circunstancias, rehusaba adoptarlas. Solo hizo excepción en Roma donde, una primera vez por demanda del Papa Adriano y una segunda a instancias de su sucesor León, revistió la larga túnica y la clámide y calzó zapatos a la moda romana. Los días de fiesta llevaba un vestido tejido de oro, calzados decorados de pedrería, una fíbula de oro para abrochar su sayo, una diadema del mismo metal y adornada también de pedrería; pero los demás días, su traje se diferenciaba bien poco del de los hombres del pueblo y gente común.




DALMATICA DE CARLOMAGNO


Se mostraba sobrio de alimento y bebida, sobre todo de bebida; pues la embriaguez, que desterró tanto de sí como de los suyos, le daba horror en cualquier persona. En cuanto la comida, le era difícil moderarse, y se quejaba incluso, a menudo, de los ayunos.

Banqueteaba muy rara vez y solo en las grandes fiestas, pero entonces en numerosa compañía. Normalmente la comida solo se componía de cuatro platos, aparte del asado, que los cazadores solían condimentar en sus asadores y que era su plato predilecto.

Durante la comida escuchaba un poco de música o alguna lectura. Le leían la historia y los relatos de la antigüedad y le gustaba también hacerse leer las obras de San Agustín y en particular aquella que se titula La ciudad de Dios.

En verano, después de la comida del mediodía, tomaba algunas frutas, se servia de beber una vez y después, desvistiéndose y descalzándose como lo hacía por la noche, reposaba dos o tres horas. Por la noche su sueño era interrumpido cuatro o cinco veces y no solo se despertaba sino que se levantaba cada vez.

Mientras se calzaba o se vestía recibía a diversas personas aparte de sus amigos. Si el conde del palacio le señalaba un proceso que él hubiese de decidir, hacia pasar inmediatamente a las partes, y como si hubiese estado en el tribunal, escuchaba exponer el negocio y pronunciaba sentencia. Era también este el momento en que regulaba el trabajo de cada servicio y daba sus órdenes.

Hablaba con abundancia y facilidad, y sabía expresar todo lo que quería con gran claridad. Su lengua nacional no le bastó; se aplicó al estudio de las lenguas extranjeras y aprendió tan bien el latín que se expresaba indistintamente en esta lengua o en su lengua materna. No sucedía lo mismo con el griego, que entendía mejor que hablaba. En todo caso, tenía una facilidad de palabra que confinaba casi con la prolijidad. 

Cautivó apasionadamente las artes liberales, y lleno de veneración para con todos los que enseñaban, los colmó de honores. Para el estudio de la gramática, siguió las lecciones del diácono Pedro de Pisa, anciano entonces; y para las demás disciplinas su maestro fue Alcuino, llamado Albino, diácono también, un sajón oriundo de Inglaterra, el hombre más sabio que hubo entonces. Dedicó mucho tiempo al trabajo de aprender con él la retórica, la dialéctica y sobre todo la astronomía. Aprendió también el cálculo y se aplicó con atención y sagacidad a estudiar el curso de los astros. Se entrenó también en escribir y tenía por costumbre colocar bajo las almohadas de su cama tabletas y hojas de pergamino para aprovechar los ratos de ocio ejercitándose en trazar letras; pero comenzó demasiado tarde y el resultado fue mediocre.

Practicó escrupulosamente y con el mayor fervor la religión cristiana, en la que había sido formado desde la más tierna infancia. Construyó en Aquisgrán una basílica de extrema belleza… y como no podía procurarse en otra parte columnas y mármoles necesarios a la construcción, los envió a buscar de Roma y de Ravenna.




INTERIOR DE LA CAPILLA PALATINA, LEVANTADA POR CARLOMAGNO


No dejaba nunca, cuando se encontraba bien, de visitar esta iglesia mañana y noche; allí volvía para el oficio nocturno y la misa. 



fuente _ EGINHARDO, ESCRITOR CAROLINGIO

domingo, 28 de septiembre de 2014

EL ADN DE LAS GUERRERAS VIKINGAS.

NOTICIAS:


REPRESENTACIÓN DE UNA VALKIRIA

Muchas son las leyendas que rodean a la sociedad vikinga. Muchos también son los libros y películas que en ocasiones elevan su barbarie y salvajismo convirtiendo casi en un mito la leyenda negra que les acompañaba. La historia también les ha tratado con crueldad, tachando siempre de sanguinarios, asesinos y feroces a estos guerreros sin igual que arrasaban poblados con todo lo que encontraran a su paso y conquistaban territorios. Pero recientemente su cultura, a menudo violenta, no deja de sorprendernos.

Han hablado los huesos de sus cadáveres desperdigados por las costas del norte. Gracias a un reciente estudio arqueológico de ADN se ha conocido que las mujeres vikingas no eran una excepción, sino que podrían haber igualado en número a los hombres en los duros combates y razzias.Shane McLeol, del Centro de Estudios medieval y moderno de la Universidad de Australia Occidental ha señalado en la revista «Early Medieval Europe» que recientemente se han encontrado más enterramientos de mujeres nórdicas en el este de Inglaterra.

Los vikingos invadieron el este de Inglaterra cerca del año 900 d.C., y fundaron su propio reino medieval, «el Danelaw». La creencia popular sobre las mujeres en esta época las situaba como dueñas de la casa, ocupándose de las granjas y los territorios mientras los maridos luchaban en las guerras.

Sin embargo, McLeold señala en su estudio, basado en hallazgos arqueológicos que «un aumento en el número de hallazgos de joyas de estilo nórdico en las dos últimas décadas ha llevado a algunos investigadores a sugerir un mayor número de colonos femeninos». De hecho,«se ha observado que hay más artículos de vestir femeninos que los usados por los hombres», dice el estudio.

De modo que las mujeres podrían haber acompañado a los vikingos varones en sus primeras invasiones por Inglaterra en un número mucho mayor que lo que se creía hasta el momento, tal vez escondidas bajo una apariencia guerrera masculina. El estudio se ha centrado en 14 entierros vikingos de la época. Seis de ellos pertenecían a mujeres, siete eran hombres y uno era indeterminable.

«Los ajuares funerarios podrían haber engañado a los investigadores anteriores sobre el género de los invasores vikingos», sugiere el estudio. Un esqueleto con espada y escudo era tomado por masculino, habitualmente, pero ahora ya se está comprobando cada caso con análisis y ADN.

«Además de espadas y escudos, se han encontrado broches ovales que sin duda pertenecían a las mujeres vikingas de la época», que completan las conclusiones de la investigación arqueológica. También han ayudado los isótopos que se encuentran en sus huesos y revelan el lugar de nacimiento, a pesar de la dificultad.

Las mujeres, reflejadas como unas amazonas, combaten con un papel dominante y fuerte durante las salvajes batallas, demostrando que ellas también podían ser despiadadas guerreras.




FUENTE-P. Ariño | ABC.es,

viernes, 26 de septiembre de 2014

LA CORONACIÓN DE NAPOLEON I


 CURIOSIDADES:


Corre el 2 de diciembre de 1804, el papa Pio VII corone a Napoleón como emperador de los franceses, en Nuestra Señora de París. A continuación se ofrece un reportaje sobre las ceremonias del evento.

El ruido del cañón y el tañido de las campanas no ha cesado, desde las seis de la mañana, de anunciar la ceremonia. Apenas había luz del día cuando ya las calles estaban inundadas de un concurso inmenso de espectadores. A las ocho los miembros de las diferentes clases del Estado se han reunido en Nuestra Señora y han sido conducidos por los maestros de ceremonias a los lugares que les estaban destinados. La avenida Bonaparte, enteramente terminada, ha sido atravesada por vez primera por el consejo del cuerpo legislativo. A las nueve, el Papa ha salido de las Tullerias en una magnifica carroza arrastrada por nueve caballos grises, y sobre la imperial se destacaba una tiara de oro con los otros atributos del Papado. Un eclesiástico montado en una mula llevaba la cruz bermeja, delante de su Santidad.




EL CARRUAJE IMPERIAL QUE LLEVA A JOSEFINA Y A NAPOLEON AL LUGAR DE LA CORONACION


Su santidad ha llegado a Nuestra Señora a las diez y media, precedido de los cardenales, de los arzobispos y obispos de Francia, del capítulo de Nuestra Señora y los párrocos de Paris. A su entrada, la música, dirigida por M. Le Sueur ha ejecutado el versículo Tu es Petrus. Se han cantado tercias. Ha habido un intervalo de más de una hora entre la llegada del Papa y la del Emperador. Durante ese tiempo Su Santidad ha permanecido en el trono en la actitud de un pontífice que medita profundamente en las cosas del cielo y en pro del bienestar de la tierra.

A las once en punto, las salvas de artillería han anunciado la partida de sus Majestades Imperiales. Iban en un carruaje deslumbrante de oro, arrastrado por ocho caballos color Isabela ricamente encaparazonado. Sobre  la imperial del coche se veía, como en el del Papa, una corona de oro sostenida por cuatro águilas con las alas desplegadas. Este carruaje, notable por su elegancia, riqueza y pinturas que lo adornaban, llamaba la atención tanto como el cortejo, cuya magnificencia es difícil de describir. Figurémonos siete u ocho mil hombres de caballería del más bello uniforme, mezclados con grupos de músicos, desfilando entre dos híleras continuas de infantería de más de media legua de largo; añádase la riqueza y número de carruajes, la belleza de las cabalgaduras, el concurso de cuatrocientos o quinientos mil espectadores, y se tendrá una idea imperfecta del golpe de vista que ofrecía la marcha del cortejo.

El tiempo era más hermoso de lo que se podía esperar en una estación tenebrosa; una ligera niebla que reinó por la mañana se disipó, el mismo sol, atravesando espesas nubes, han iluminado con sus rayos la llegada del Emperador al arzobispado. Los habitantes de las calles por donde pasaron Sus Majestades habían decorado la fachada de sus casas con colgaduras, adornos de papel y algunos con guirnaldas de ramas de tejo, muchas tiendas del barrio de los Orfebres estaban adornadas con festones de flores artificiales. Su Majestad fue acogido en todas partes por aclamaciones del pueblo, respondiendo con una mirada benévola y un saludo afectuoso.

Llegado al mediodía al arzobispado, el Emperador se ha revestido de los ornamentos imperiales, y a la una menos cuarto Sus Majestades se han dirigido a la metrópoli por la galería de madera colgada con tapices que conduce del arzobispado a un portal de carpintería construido en el vestíbulo y representando el de San Pedro de Roma. Llegados Sus Majestades ante el altar. Su Santidad ha entonado el Veni Creator. La unción real y las demás ceremonias han tenido lugar en la forma anunciada. Con la más bella música se han ejecutado, durante ella, los motetes correspondientes. Antes del gradual, Sus Majestades han atravesado la nave con todo el cortejo imperial y han ido a sentarse en el trono. Su Santidad ha subido después, con todo el aparato de su dignidad. Es imposible describir el efecto de una reunión de tantas grandezas. Cuando Su Santidad hubo entronizado al Emperador y dijo las palabras Vivat imperator in aeternum, las bóvedas de la iglesia de la iglesia han retumbado con los gritos de “¡Viva el Emperador! ¡Viva la emperatriz!”.




OBRA DE DAVID, MUSEO DEL LOUVRE LA CORONACION NAPOLEON I


Sus Majestades Imperiales han ido por segunda vez al altar, para las ofrendas. Después de la misa, que han terminado a las tres, su Excelencia monseñor el cardenal Fesch, Gran Limosnero de Francia, presentando al Emperador el libro de los Evangelios, Su Majestad ha pronunciado el juramento imperial desde el trono, con una voz tan firme y distinta, que sus palabras han sido oídas por todos los asistentes, sobre todo aquellas en que promete emplear todo su poder “por la dicha y gloria de los franceses”. Desde ese instante se han renovado los gritos de “¡Viva el Emperador!”. Se ha cantado el Todéum. Sus Majestades han salido de la iglesia con el mismo aparato con que entraron. El Papa ha permanecido cosa de un cuarto de hora, orando, después de la salida de sus Majestades y cuando su Santidad se ha levantado para marcharse, una aclamación universal de “¡Viva el Padre Santo!” le ha acompañado  desde el coro hasta la puerta de la iglesia. En el arzobispado, Su Santidad ha recibido a besarle los pies al clero de París que había asistido a la ceremonia. El cortejo de Sus Majestades ha entrado en la calle de San Dionisio a las cuatro y cuarto y ha llegado al castillo de las Tullerias a las seis y media. La carroza del Papa seguía a la del Emperador a doce minutos de distancia.

Por la noche, iluminaciones en todo París. Las de los edificios públicos, bulevares, jardín de las Tullerias y de Los Campos Elíseos era más brillantes que no habían sido nunca.

La segunda jornada de las fiestas de la coronación no podía tener este mismo carácter de grandeza, pero ha tenido la que propiamente le correspondía, la de un festejo público. El movimiento de un pueblo que corría de diversión en diversión había sucedido a la pompa de las solemnidades; el traje de la calle al traje de parada, los juegos populares a las ceremonias; y en vez de los brillantes cortejos de la víspera, se veía una población invadiendo las aceras, plazas públicas, paseos y bulevares, donde se habían preparado toda especie de atracciones.


fuente: JOURNAL DES DEBATS




miércoles, 24 de septiembre de 2014

CERVANTES CAUTIVO EN ARGEL

 CURIOSIDADES:


En el siguiente relato se da los intentos de fuga que capitaneó y preparó Miguel de Cervantes, que habiendo fracasado en su intento siempre atribuyó la totalidad de la responsabilidad en su persona. Este hecho sucedió en 1577.



MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA, JOVEN


En el mismo año 1577, a los primeros días de septiembre, ciertos cristianos cautivos, que en Argel entonces se hallaban, todos hombres principales, y muchos dellos caballeros españoles y tres mallorquines, que serían todos quince, concertaron como de Mallorca viniese un bergantín o fragata y los embarcase una noche y llevase a Mallorca o España. Este concierto hicieron con su cristiano mallorquín, que entonces de Argel iba rescatado; que se decía Viana, hombre práctico en la mar y costa de Berberia, el cual, en pocos días, se obligó a venir; partido el Viana de Argel con este intento y propósito, a este tiempo casi todos los quince cristianos estaban recogidos en una cueva que estaba hecha y muy secreta en el jardín del alcaide Asán, renegado griego, que está hacia levante como tres millas de Argel y no muy lejos de la mar, porque era lugar muy cómodo y a propósito de su intento, para mejor y más seguramente estar escondidos y poderse embarcar. Sólo dos cristianos lo sabían, uno de los cuáles era el jardinero del jardín, que hiciera mucho antes la cueva; el cual estaba siempre en vela mirando si alguna venía, y el otro era uno convidado también para ir en el bergantín, que naciera y se criara en la villa de Melilla, un lugar que está en la costa de Berberia, sujeto al rey de España, en el reino de Tremecén, doscientas millas más allende de Orán hacia poniente, y ciento antes de llegar a Vélez y al Peñón, el cual habiendo renegado siendo mozo, después volvió a ser cristiano, y ahora la segunda vez había sido cautivo, el cual por sobrenombre se decía el Dorador, y este particularmente tenía cuidado, de dineros que le daban, comprar todo lo necesario para los que en la cueva estaban, y de llevarlo al jardín disimulada y ocultamente. Por otra parte el Viana mallorquín, llegado que fue a Mallorca, en pocos días como hombre diligente y de su palabra, luego que llegó (según yo lo supe después de tres cristianos que entonces con él vinieron) comenzó a juntar otros compañeros marineros, hombres prácticos y muy en breve con el favor del señor virrey de Mallorca ( para quién ha llevado cartas de aquellos cristianos y caballeros) en pocos días pasó a punto el bergantín, y como tenía concertado a los últimos de septiembre, salió de Mallorca y tomó su camino para Argel, do llegado a los 28 del mismo mes, y conforme a parte do la cueva y cristianos estaba ( que él antes que partiese había muy bien visto) con intención de saltar a tierra y avisar los cristianos que era llegado, para que viniesen a embarcarse. Pero fue la desventura, que al mismo punto y momento que la fragata o bergantín ponía la proa en tierra, acertaron a pasar ciertos moros por allí, que cuanto hacía oscuro divisaron la barca y los cristianos a ellos, y comenzaron luego los moros a dar voces y apellidar a otros, diciendo:

“-¡Cristianos, cristianos, barca, barca!”.

Como los del bajel vieron y oyeron esto, por no ser descubiertos fueron forzados hacerse luego a la mar, y volver por aquella vez sin hacer algún efeto. Con todo, los cristianos que estaban en la cueva, aunque pasados algunos días, veían que tardaba el bergantín, ni sabían cómo había llegado y se tornara, tenían muy grande confianza que el señor Dios los había de remediar, y que Viana, como hombre de bien, no faltaría a su palabra, y, por tanto, allí do estaban en la cueva ( que era muy húmeda y oscura, de la cual todo el día no salían y por tanto ya estaban enfermos algunos de ellos) se consolaban con la esperanza de salir con su intento, cuando el demonio, enemigo de los hombres, cegando al Dorador ( que decimos les llevaba de comer) hizo en él que se volviese otra vez moro, negado la segunda vez la fe de Nuestro Señor Jesucristo, y , por tanto, pareciéndole a él ganaría mucho con el rey y con los turcos, y particularmente con los amos y patrones, de los que en la cueva estaban escondidos el día de San Gerónimo, que son 30 de septiembre, se fue al rey Asán, renegado veneciano, diciéndole que él deseaba ser moro, y que su Alteza lo diese para ello licencia. Dijo más: que para hacerle algún servicio le descubría como en tal parte y en tal cueva estaban quince cristianos escondidos, que esperaban una barca de Mallorca.

Holgóse el rey y le agradeció mucho esta nueva que le daba, porque como era en gran manera tirano, hizo cuenta de tomarlos todos por perdidos para sí, contra toda razón y costumbre, y ansí, no poniendo más demora en esto, mandó al momento que llamasen su guardián Bají ( el que tenía cargo de sus cristianos esclavos de guardarlos) y le dijo que llamase otros moros y turcos, y llevando aquel cristiano ( que se quería hacer moro) por guía, que se fuese al jardín del alcaide Asán y que hallaría allí quince cristianos escondidos en una cueva, y que todos se los trujese a buen recaudo, juntamente con el jardinero.




ARGEL EN 1571 TAL COMO LA CONOCIÓ CERVANTES EN SU CAUTIVERIO


Al punto hizo el guardián Bají lo que el rey le mandó, y llevando consigo hasta ocho o diez turcos a caballo y otros veinticuatro y los más con sus escopetas y alfanjes y a algunos con lanzas, fueron con tan buena guía ( como otro Judas iba delante) al jardín, y prendiendo fuego al jardinero, fueron a la cueva que el falso Judas les mostró, y haciendo salir della los cristianos, los prendieron luego a todos, y particularmente maniataron a Miguel de Cervantes, un hidalgo principal de Alcalá de Henares, que fuera el autor deste negocio, y era, por tanto, más culpado, porque ansí lo mandó el rey a quién los presentaron luego.

Holgóse mucho el rey de ver como los habían traído, y mandándolo por entonces llevarlos a un baño y tener allí en buena guardía ( tomándolos y teniéndolos ya por sus esclavos) retuvo sólo en casa a Miguel de Cervantes, del cual, por muchos preguntas que le hizo y con muchas y terribles amenazas, no pudo jamás saber quién era deste negocio sabedor y autor, porque presumía el rey que el reverando padre Fray George Olivar, de la orden de la Merced, comendador de Valencia ( que entonces allí estaba por redentor de La Corona de Aragón) ordenara esta, y aun se tenía por cierto que el mismo Dorador, Judas, se lo había dicho y persuadido, y por tanto, como codicioso tirano, con esta ocasión deseaba echar mano del mismo padre, para sacar dél buena cantidad de dineros, y como con todas sus amenazas nunca otra cosa pudiese sacar de Miguel de Cervantes, sino que él y no otro fuera el autor desde negocio ( cargándose como hombre noble a si solo la culpa), envióle a meter en su baño, tomándole también por esclavo, aunque después de él y otros tres o cuatro hubo de volver por fuerza a los patrones cuyos eran.

El alcalde Asán, luego que en su jardín prendieron los cristianos, y trujeron al jardinero con ellos, fue de todo avisado, y corriendo a casa del rey requiérale con grande instancia que hiciese justica con todos muy áspera, y particularmente que le dejase a él hacerla a su gusto y contento del jardinero, mostrándose contra éste en extremo furioso y airado, y la causa era porque el rey, a imitación suya, castigase a los demás cristianos que habían estado escondidos en la cueva. Cosa maravillosa, que algunos dellos estuvieron encerrados sin ver luz, sino de noche, cuando de la cueva salían, más de siete meses y algunos cinco y otros menos, sustentándolos Miguel de Cervantes con gran riesgo de su vida, la cual cuatro veces estuvo a pique de perdella empalado, o enganchado, o abrasado vivo, por cosas que intentó para dar libertad a muchos. Y si a su ánimo e industria y trazas correspondiera la ventura, hoy fuera el día que Argel fuera de cristianos, porque no aspiraban a menos sus intentos; finalmente, el jardinero fue ahorcado por un pie, y murió ahogado de la sangre. Era de nación navarro y muy buen cristiano.




CERVANTES CAUTIVO EN SEVILLA IMAGINANDO EL QUIJOTE


De las cosas que en aquella cueva sucedieron en el discurso de los siete meses que estos cristianos estuvieron en ella y del cautiverio y hazañas de Miguel de Cervantes se pudiera hacer una particular historia. Decía Asán Bajá, rey de Argel, que como él tuviese guardado al estropeado español tenía seguros sus cristianos, bajeles a aun toda la ciudad; tanto era lo que temía las trazas de Miguel de Cervantes, y si no le vendieran y descubrieran los que en ella le ayudaban, dichoso hubiera sido su cautiverio, con ser de los perores que en Argel había, y el remedio que tuvo para asegurarse dél fue compralle de su amo por quinientos escudos en que se había concertado, y luego le acerrojó y le tuvo en la cárcel muchos días, y después le dobló la parada y le pidió mil escudos de oro, en que se rescató, habiendo ayudado en mucho el padre Fray Juan Gil, redentor que entonces era por la Santísima Trinidad de Argel.  



FUENTE : FRAY DIEGO DE HAEDO